La institución notarial ha estado presente desde el inicio de la civilización.
En las diversas culturas antiguas: hebrea, egipcia, griega, romana y en la de nuestros indígenas precoloniales, siempre ha estado presente un personaje (escriba, tabelión, tlacuilo, escribano, etc.) que ha dado fe de hechos o actos jurídicos o al menos los ha narrado, con el fin de brindar a las partes y a terceros la seguridad jurídica que la sociedad requiere.
Algunas Constituciones Imperiales exigieron que el notario o escribano fuera una persona culta con grandes nociones de derecho.
Aunque la existencia de organizaciones de escribanos en nuestro país se remonta al año 1573 con la creación de la Cofradía de los Cuatro Santos Evangelistas, es hasta el 19 de junio de 1792 cuando, por cédula real emitida por el Rey Carlos IV, se erige el Real Colegio de Escribanos de la Nueva España, organización que ha cambiado su nombre a través de los años, pero que nunca ha dejado de funcionar y hoy en día es conocida como Colegio de Notarios de la Ciudad de México.
En la época colonial, la actividad legislativa en materia notarial fue muy destacada; ya que se recibió toda la tradición romanista a través de las Leyes de Indias, las Siete Partidas, la Novísima recopilación y las Leyes de Toro, entre otras.
En el México Independiente el primer ordenamiento jurídico que reguló la vida notarial fue la Ley para el Arreglo Provisional de la Administración de Justicia en los Tribunales y Juzgados del Fuero Común del 23 de mayo de 1837 que adscribió a los notarios a los tribunales y juzgados de la época.
El notario ha sido un profesional del Derecho con carácter independiente desde las primeras leyes formales del notariado expedidas por Maximiliano de Habsburgo en 1865 y Porfirio Díaz el 19 de diciembre de 1901. Este sistema se mantuvo vigente durante el siglo XX en el que fue plasmado en las leyes de 1934, 1945 y 1980.
El notariado es una institución vigente y necesaria, adaptada por completo a la modernidad.
Durante más de 200 años ha probado su eficacia conviviendo con los habitantes de la ciudad y ha evolucionado junto con ella dando testimonio de los principales cambios sociales, políticos y económicos en nuestro país.
El Notariado de la Ciudad de México es una institución con una enorme tradición histórica que brinda respuestas reales a las necesidades de la sociedad. No es una reminiscencia del pasado sino que es actual y cada vez más necesaria para el desarrollo del Estado de Derecho en México.